Nuestra dulce historia

Dicen que los canarios somos muy dulces, que nos caracteriza nuestra forma de hablar y de tratar a la gente.

Somos cariñosos y hospitalarios.

Quizás por eso nos gusten tanto los dulces.

 

En mi casa siempre hubo golosinas. 

Mi abuelo empezó a venderlas cuando mi padre tenía sólo 13 años.

Al principio no teníamos ni tienda y vendíamos las golosinas viajando con un furgón que apenas podíamos llenar.

Luego vino el almacén, en la casa de mi abuelo, donde yo iba a ver si me podía llevar alguna gominola sin que me pillaran.

Hoy es parte del patrimonio de la familia.

Aunque, como todo negocio, hemos tenido que reinventarnos con la llegada de lo digital.

Y eso es bueno.

Bueno para nosotros, porque nos permite llegar más lejos de lo que mi padre pensó nunca que llegaría a repartir con su furgoneta.

Y para ti.

Porque ahora puedes tener en tu casa toda la dulzura y el cariño de una empresa familiar.

Porque cuando tienes un evento, una boda, un cumpleaños, o simplemente te apetece que en tus reuniones con amigos ocurran cosas diferentes, tienes que hacer cosas diferentes.

Mira.

El otro día un amigo me contaba que habían hecho una fiesta temática de la película “Mamma mía” con un grupo de amigos.

Después de la comida sacaron una tarta de chocolate enorme. 

Y él, sin embargo, llevó a la fiesta dos cajitas de cintas de regaliz de fresa. 

Seguro que sabes de qué golosinas te hablo. Ésas que están cubiertas de azúcar pica pica.

A ver si adivinas lo que desapareció antes.

Hubo gente que se llevó trozos de tarta a su casa.

Pero mi amigo no se llevó ni una golosina de vuelta.

Y lo mejor de todo.

Era una fiesta de adultos.

Sin niños.

Las golosinas triunfaron.

En tu próxima reunión puedes ser tú el que triunfes.

Te dejo el catálogo aquí abajo para que hagas tu pedido.

Por cierto, soy Echeyde, y estaré encantado de contestar cualquier pregunta que tengas.